Monday, May 16, 2005

Mariachi.

En el cuadro aparece la imagen de un mariachi vestido con un traje negro, un sombrero viejo y deslucido agrietado por el tiempo y las inclemencias del clima, zarape al hombro con los colores tradicionales de la patria mexicana, en el cuello lleva atada una mascada de una tela delgada y sedosa: color blanco y adornada con pequeñas figuras en azul y dorado, portando en el cinturón una pistola de plástico azul y finalmente lleva su guitarra en mano; caminando sobre un lugar desolado y triste; en aire que lo circunda y aun en el cielo pueden dilucidarse cientos de ilusiones, sueños y placeres. Anda por este desierto sin una destinación fija; pero donde hace parada siembra alegrías, gozos y tristezas en quien lo escucha; despierta con sus canciones recuerdos mezcalizados y entequilados; cuando está entre amigos es el mexicano pachanguero y jalador, feliz de la vida y siempre canta canciones desde el corazón pero al encontrarse solo: es únicamente ese disfraz de mariachi maltratado y viejo; va con unas cuantas monedas en la bolsa y un puño de esperanza ofertando sus canciones, vive día a día su tragedia: la tragedia de haber nacido mexicano y piensa siempre “!Que se lo carga la chingada!”.

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